Las fiestas son algo muy serio en Santa Cruz
Es así. Las fiestas son algo muy serio en Santa Cruz. Y estar al frente de su organización, como concejal delegado, además de una enorme responsabilidad, supone un privilegio difícil de explicar. Quizás quienes me precedieron con tanto acierto y dedicación en esta misión puedan entender de lo que hablo. Créanme, hay que vivirlo en primera persona para comprender la dimensión de esta hermosa experiencia política, profesional y, sobre todo, humana.
Ser concejal de Fiestas en Santa Cruz no se puede comparar con nada. Es algo único, una vivencia tan enriquecedora para los sentidos como exigente para la razón, en un espacio y un tiempo donde el desorden y la espontaneidad resultan puro arte.
Pero si las fiestas son cosa seria en la Ciudad, como las de Mayo, el 25 de julio, el Carmen, las patronales en nuestros barrios y pueblos, o las de Navidad, lo del Carnaval ya es otra dimensión. Es algo así como vivir haciendo equilibrios al borde del precipicio mañana, tarde y noche, los siete días de cada semana, pero disfrutando inexplicablemente del pánico y las vistas al mismo tiempo.
Y es entonces, al límite del abismo, a veces del agotamiento, cuando todas las piezas encajan de repente, y se produce esa magia colectiva que nos inspira tanto como nos exige.
El Carnaval de Santa Cruz, nuestro Carnaval, es mucho más que el grandioso espectáculo del que disfrutamos propios y extraños, y del que tan orgullosos nos sentimos.
El Carnaval de Santa Cruz son también los más de 140.000 turistas que nos visitan estos días, que bailan al compás de nuestras orquestas canarias, junto a los más de 800.000 tinerfeños que nos lanzamos a la calle desde todos los rincones de la Isla.
También por eso somos el corazón de Tenerife, entre otros muchos motivos. El corazón y el motor económico, porque el Carnaval supone, además, una extraordinaria fuente de riqueza y empleo para la Isla. Solo un dato muy ilustrador: la edición del Carnaval de 2019 -la última antes de las suspensiones y aplazamientos por la pandemia-, reportó más de 35 millones de euros de negocio para la capital.
Y este año las previsiones indican que superaremos esa cifra de ingresos. De hecho, la planta hotelera y la de viviendas vacacionales registran un 100% de ocupación en la Ciudad. Resulta indiscutible el dinamismo del sector servicios, la hostelería y restauración, el turismo o el comercio. Todos ganan con la fiesta.
Sin olvidar la valiosa industria del talento local, el diseño, la costura, el estilismo, la coreografía, la composición musical, el sonido e iluminación, los artistas, artesanos, productores, el genuino entramado productivo vinculado al espectáculo y las artes, que el Carnaval ha consolidado en el municipio.
Y lo más importante de todo: el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife representa el mayor movimiento asociativo de Canarias, y probablemente de toda España. Un movimiento que vertebra social y culturalmente toda la ciudad. Allí donde hay un grupo de Carnaval hay un grupo folklórico o una parranda, hay actividades culturales y sociales todo el año, hay una asociación de vecinos que funciona, hay entidades y colectivos que participan activamente y se involucran en la vida de la Ciudad.
De hecho, los grupos del Carnaval chicharrero han jugado un papel decisivo en la conservación de la identidad colectiva de cada núcleo vecinal, dignificando y reivindicando con orgullo la rica y variada personalidad de nuestros barrios.
Lo dicho, las Fiestas y el Carnaval son algo muy serio en Santa Cruz.
Esta noche, con restos de purpurina aún en la cara, y antes de irme a descansar unas pocas horas, sentí la necesidad de juntar estas apresuradas letras. Sobre todo, para dar las gracias de corazón a toda la buena gente de Santa Cruz, a todos sin excepción, a quienes disfrutan del Carnaval con intensidad y a quienes se moderan, e incluso a quienes escapan al sur estos días. Son ustedes quienes hacen única esta fiesta, y quienes dan valor a mi privilegio.
Mil gracias, Santa Cruz. Te quiero tanto…
